Tanto si eres artista como si aspiras a trabajar en la música, no siempre es fácil comprender todas las complejidades que componen la industria musical. La industria musical está formada por un gran número de agentes diferentes que intervienen en todas las fases del proceso de producción de un single, un EP o un álbum.
Para intentar comprender cómo funciona la industria musical, vamos a identificar todas las etapas que separan la creación de una obra de su comercialización:
1. Creación y producción
La creación corresponde a la plasmación de la obra musical del artista. Es el momento en que nace la obra musical, en el que se escribe la letra (si la hay) y en el que se compone la melodía.
La producción corresponde a la grabación de la obra creada de antemano. En ella interviene un productor (fonográfico). Es el productor quien dispone de los medios de producción y, por tanto, quien produce el álbum (y paga por ello): crea el «fonograma» y se convierte en su propietario. Recibe los beneficios de las ventas del objeto que ha producido. A continuación, paga derechos de autor al artista. Por supuesto, el productor y el artista pueden ser la misma persona.
A partir de ese momento, puede entrar en juego un editor musical. Su objetivo será generar derechos de autor a partir de esta obra musical (y controlarlos): intentará distribuir el tema lo más ampliamente posible (radios y sintonías, por ejemplo). También ayudan al artista a desarrollar su música. Por ello, el editor recibe una remuneración en concepto de publishing shares (un porcentaje de los derechos de autor que percibirá el artista: puede llegar al 50%).
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2. Comercialización
La comercialización de un proyecto vincula al productor con los consumidores: es el conjunto de acciones que permitirán vender el proyecto. Incluye desde el diseño de los vídeos musicales hasta la portada del álbum, pasando por el merchandising, etc.
Esta fase suele estar gestionada por los sellos discográficos, que se encargan de asociar el producto a su imagen, defender un proyecto musical en el mercado y ayudar al artista a desarrollar su carrera musical (los sellos pueden ayudar a dar forma a la imagen del artista y en estos casos suelen encargarse de la dirección artística). Se trata de una fase esencial porque determina el éxito comercial del proyecto.
3. Distribución
El sector de la distribución (antes dominado por gigantes como FNAC y Virgin) ha cambiado considerablemente en los últimos 20 años. La llegada de Internet y después del streaming han reducido considerablemente los costes de distribución y las barreras de entrada (no era posible distribuir en tiendas sin pertenecer a una discográfica, por ejemplo). La creación en 1998 de CD Baby, que inicialmente se centró en la distribución a gran escala de discos físicos y que, unos años más tarde, se volcó en las plataformas de streaming, permitió a todos los artistas distribuir su música a escala internacional a muy bajo coste.
El distribuidor, por supuesto, se llevaba un porcentaje de las ventas del artista a cambio del servicio prestado. Hoy ya no es así: empresas como TuneCore y Distrokid permiten distribuir a todos los artistas conservando el 100% de sus derechos de autor.
4. Promoción de la música
Esta es la última etapa, y sin duda la más importante si quiere sacar su música de la sombra. El objetivo de la promoción musical es dar a conocer tu proyecto lo más ampliamente posible para que genere el mayor número de ventas/streams. Esto significa ponerse en contacto con los medios de comunicación (televisión/radio, prensa, prensa web), contactar con listas de reproducción, ganar visibilidad en las redes sociales e intentar que tu música se difunda y suene lo más ampliamente posible.
Y la buena noticia es que los artistas pueden ocuparse ellos mismos de promocionar su música, un proceso que ahora es mucho más fácil gracias a las redes sociales y a plataformas de promoción musical como Groover, que permiten a los artistas contactar directamente con medios de comunicación, listas de reproducción, emisoras de radio y profesionales de la música, con la garantía de ser escuchados y recibir una respuesta en menos de 7 días.
Más adelante, con un proyecto musical más avanzado y mayores recursos (quizá tras firmar con una discográfica, por ejemplo), el artista puede recurrir a los servicios de un agregado de prensa.
– Traducido por Matías Campá Olivares –
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